Descansar sin culpa: habitar el cuerpo y aquietar la mente como prácticas de autocuidado.
A través de la neurociencia, la Gestalt, la psicología transpersonal y humanista, nos acercamos a una comprensión profunda del autocuidado. Los aprendizajes tempranos, la autoexigencia y los mandatos culturales pueden afectar nuestro vínculo con el bienestar, pero al reconocerlos, abrimos el camino hacia una autorregulación más consciente y compasiva.
AUTOCUIDADO, BIENESTAR
10/21/20256 min read
El Autocuidado más allá del deber ser
Vivimos en una época donde el bienestar se ha convertido en una meta más que en una experiencia. Descansar se siente a veces como una pérdida de tiempo; disfrutar, como un lujo; y parar, como una amenaza. La exigencia —interna y externa— nos empuja a funcionar incluso cuando el cuerpo y la mente piden una pausa.
Sin embargo, como señala la psiquiatra Anabel González, el autocuidado no es un capricho, sino una necesidad biológica y psicológica esencial para la regulación emocional, la salud y el equilibrio del sistema nervioso. Desde el modelo EMDR, el autocuidado resulta clave para aprender a autorregularnos y enseñarle al sistema nervioso a reconocer estados de calma y seguridad frente a los desafíos de la vida. El cerebro aprende a activarse o relajarse según el contexto, pero cuando en la infancia solo ha incorporado una forma rígida de respuesta —por ejemplo, permanecer en alerta constante—, tiende a desregularse. Afortunadamente, gracias a la neuroplasticidad, el cerebro puede cambiar y adaptarse: se trata de desaprender los patrones antiguos que quedaron desajustados y reprogramar modos más sanos, flexibles y elegidos.
La calma como espacio interior
Desde la neurociencia contemplativa, Nazareth Castellanos nos invita a comprender la calma no como ausencia de estímulo, sino como un estado en el que el sistema nervioso se reorganiza, permitiendo que cuerpo y mente se sincronicen.
En la calma, el cerebro desactiva las redes del esfuerzo y activa los circuitos de la creatividad, la empatía y la autopercepción corporal. Practicar la calma es, en realidad, una forma de higiene mental. Es volver a casa, al propio centro de gravedad.
Descanso: el lenguaje del cuerpo
Descansar no es solo dormir. Es permitir que el cuerpo recupere su ritmo natural, que el sistema nervioso parasimpático se active y que la mente se libere de la exigencia constante.
En su obra La sociedad del cansancio, Byung-Chul Han nos invita a reconocer cómo la hiperactividad contemporánea se ha convertido en una forma de violencia silenciosa hacia uno mismo. En esta era del rendimiento, el sujeto ya no es explotado por otro, sino que se autoexplota en nombre de la libertad y la eficacia. La consecuencia es una fatiga del alma, una pérdida del sentido y del contacto con lo esencial. Comprender la cultura del cansancio es, entonces, un llamado a recuperar la lentitud, la contemplación y la presencia; a reconciliarnos con el descanso como un gesto de dignidad y humanidad.
En la terapia Gestáltica, con su mirada fenomenológica, proponemos “darse cuenta” del propio cansancio, de las tensiones, de los mandatos a rendir más allá del límite. En palabras de Virginia Gawel, “el descanso no es lo opuesto a la productividad; es lo que la hace posible”. Aprender a parar sin culpa es una forma de madurez emocional.
La culpa como residuo cultural
Crecimos en entornos donde el sacrificio se valoró más que la presencia, y el cansancio más que la serenidad. La culpa aparece cada vez que elegimos cuidarnos antes que rendir, descansar antes que producir, o decir “no” antes que complacer. Pero, como muestra la experiencia clínica, la culpa se transforma cuando se la observa sin juzgar y nos hacemos responsables de lo que queremos.
El autocuidado, en su forma más profunda, no es un acto egoísta sino un acto ético: cuidar de mí es también poder cuidar mejor del mundo.
Conexión: estar presente en el aquí y ahora
Uno de los principios más valiosos de la Terapia Gestáltica es el de la presencia, en terapia nos vamos entrenando en el estar en contacto con lo que ocurre aquí y ahora. El autocuidado se vuelve auténtico solo cuando estamos realmente presentes. Sin conexión con el cuerpo, con las emociones o con lo que sucede en este instante, cualquier intento de bienestar se vuelve mecánico o superficial.
Estar en el presente es abrir los sentidos, volver al cuerpo, reconocer lo que sentimos sin juicio, y permitir que la experiencia fluya sin intentar controlarla, lo que en terapia practicamos con la experiencia del “Devenir del Darse Cuenta”. Como plantea Fritz Perls, “el pasado sólo existe como recuerdo y el futuro como anticipación; el único momento real es este”. En terapia, cultivar el aquí y ahora es una práctica de anclaje: nos devuelve al cuerpo, al sentir, a la experiencia viva. Y desde esa presencia surge una conexión más profunda con nosotros mismos y con los demás. Esta conexión propicia el autocuidado al darnos cuenta que necesitamos y cómo podemos satisfacerlo.
Placer y MAITRI: la ternura hacia uno mismo
En la tradición budista, Maitri significa “amistad incondicional con uno mismo”. Es un recurso que me gusta y me parece práctico, la he compartido con muchos pacientes que mantienen un diálogo interno severo o crítico, para ayudarlos a cultivar una nueva manera de tratarse: con la misma ternura, comprensión y cuidado con que acompañarían a un ser amado.
Es volver a sentir ese amor que habita en lo profundo del corazón, el que nos ama desde el primer día de nuestra existencia sin pedirnos nada y nos acompañará hasta el último suspiro. Solo se trata de aprender y permitirse sentirlo.
Bienestar desde la Psicología del Nuevo Humanismo
La Psicología del Nuevo Humanismo, desarrollada por Silo (Mario Luis Rodríguez Cobos), propone una visión del bienestar como proceso de liberación y reconciliación interna. No se trata solo de aliviar el malestar, sino de expandir la conciencia, integrar las contradicciones internas y orientar la vida hacia un sentido existencial profundo.
El bienestar, desde esta perspectiva, no depende solamente de las circunstancias externas sino del modo en que nos relacionamos con nosotros mismos y con el mundo.
El sufrimiento aparece cuando existe una contradicción entre lo que pensamos, sentimos y hacemos, cuando nuestras partes internas no logran ir en sintonía. El autocuidado se convierte entonces en un camino para reconstruir esa coherencia interna, integrando con amabilidad las dimensiones de nosotros mismos que se han ido fragmentando o desconectando en el intento de adaptarnos crecientemente al mundo.
Prácticas del Nuevo Humanismo para el bienestar
Apoyo en las virtudes profundas
Los invito a buscar apoyo no solo en los recursos externos, sino en nuestros recursos internos, en las virtudes esenciales: bondad, alegría, fuerza interior, compasión, etc. Estas virtudes no son ideales abstractos, sino fuentes de energía interna que podemos recordar y fortalecer en momentos de crisis.
Ejercicio: recordar un momento en el que actuaste con bondad o coraje, y sentir cómo esa cualidad vive aún dentro tuyo.
Relax físico, interno y mental
El relax no es mera relajación corporal, sino una práctica integral. Así aflojo mi cuerpo, mi corazón y mi mente:
Relax físico externo: liberar tensiones del cuerpo a través de movimientos suaves, contracciones y distensiones en las zonas tensas del cuerpo y respiración profunda. Observo mi cuerpo tenso. ¿Qué tensa mi cuerpo?
Relax interno: siento el cuerpo por dentro, mis órganos, y suelto emociones retenidas. Registro mi emoción, ¿Que inquieta mi corazón? Solo lo observo y suelto, puedo verme como un ser lleno de esperanzas y fracasos, me acepto con compasión.
Relax mental: reducir el ruido de los pensamientos repetitivos mediante atención consciente en un punto o imaginando flechas que bajan desde la corteza del cerebro hacia el centro, y un poco más abajo, mientras sientes cómo se relaja y queda blandito, suave el cerebro por dentro. ¿Qué inquieta a mi mente hoy?
El agradecimiento como acto transformador
El agradecimiento es una fuerza interior que eleva la mirada por encima del sufrimiento. Cuando agradecemos, conectamos con lo que hay de sentido, belleza y bondad en la vida, aunque estemos atravesando dificultades.
Un ejercicio: antes de dormir, traer a la memoria tres cosas que hoy te generaron gratitud. No importa si son pequeñas: una conversación, una comida, una mirada amable.
El agradecimiento, el relax y el apoyo en las virtudes no son prácticas aisladas; son actos de reencuentro con la propia esencia, con lo mejor nuestro. Nos reconectan con la dirección profunda de la vida, y desde ahí, el bienestar deja de ser un estado momentáneo para convertirse en una forma de estar en el mundo.
“Si aclaras tu sentido, iluminas la tierra.” Silo.
Conclusión: volver al centro
El autocuidado es una práctica de coherencia. Es el puente entre la calma, el descanso, el placer y la conexión, frente a un sistema que nos empuja hacia la culpa, la exigencia y el sobreesfuerzo.
Cultivar la calma no es renunciar al mundo, es habitarlo con más consciencia. Descansar no es rendirse, es prepararse. Disfrutar no es frivolidad, es gratitud por estar vivos. Y conectar con el aquí y ahora es recordar que la vida no ocurre en otro lugar, sino en este instante.
Volver a uno mismo, con amabilidad y compasión, quizás sea hoy el acto más revolucionario de todos.
Servicios:
Psicoterapia integral y acompañamiento emocional online.
Contacto:
Bienestar
+549-2614704484
© 2025. All rights reserved.


